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Mandan a Araceli Lumawig a reabrir la escuela primaria del barrio Pag-asa. El párroco y el jefe del pueblo la reconocen de inmediato como la nueva maestra. Hace tres años, la escuela fue cerrada luego de un tiroteo entre soldados y rebeldes comunistas que mataron a un maestro y un estudiante. Luego vino la pandemia y se prolongó el cierre. Cuando solo dos estudiantes se presentan el primer día de clases, Araceli se da cuenta de que hay mucho trabajo por delante porque la mayoría de los estudiantes dedican su tiempo a los videojuegos y a esto hay que sumarle la inseguridad de la región.