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Sarah recién fallecida, ingresa a la casa de su familia. Ella echa un último vistazo a cada foto y renuncia a los recuerdos que le traen. Una luz pulsante la llama al más allá. Justo cuando está a punto de entrar, suena el contestador automático... Se escucha un mensaje de voz dejado por su hermana gemela, Ruth; esto llama la atención de Sarah. Sarah está dividida, sabe que debe seguir adelante, pero la perspectiva de volver a escuchar la voz de su hermana es demasiado para darse por vencida. Como tal, decide quedarse aunque eso signifique la eternidad en el Purgatorio. Pasan los años y Ruth continúa dejando mensajes de voz, anhelando el consejo de su hermana. Aunque ninguno puede escuchar al otro, aún logran tener conversaciones a través de los mensajes. El vínculo madre-hija siempre fuerte. Ruth se da cuenta de que es hora de que se suelte; su hermana vivirá en los recuerdos que tiene. Al escuchar el último mensaje de voz de su hermana, Sarah también puede seguir adelante, confiada en que Ruth estará bien.