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DIRTY SUNDAY es la performance del desequilibrio identitario mexicano representado en una fiesta dominical. La metáfora es simple y llana: el domingo es el día del tianguis (la palabra náhuatl "tianquiztli" para mercado) por excelencia. Ese día, todo mexicano, sin distinción, deambula entre los puestos del mercado más cercano para desayunar tarde. Es un dátil indulgente lleno de licencias: más lípidos, más azúcar y más picor. Hay un erotismo tangible en la gastronomía que comúnmente se pasa por alto: el instinto por la carne y el hambre están inextricablemente entrelazados.