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Josefina Espinosa es una viejecita aguda y diminuta que se pasa los días arrastrando un carrito de bolas al que llama "Marido".Siempre bien vestida y colorida,ella engaña en la distancia por su cabello rubio peinado y su aspecto juvenil.Quieto,sus piernas arqueadas y su paso lento la delatan.A los 79 años,camina por las calles de Bogotá en busca de "Esmeraldas,"Materiales reciclables escondidos como gemas dentro de bolsas de basura.E incluso si lo encuentra divertido y les da un nombre tan prestigioso,lo cierto es que al final del día los cambia por sólo ocho centavos el kilo.Por lo tanto,casi nunca puede asegurar suficiente dinero para pagar el alquiler y permanece permanentemente endeudada con su casera.Pero esto no la preocupa;for Josefina,no pedir nada a nadie es más que suficiente para vivir en paz.Hace más de 30 años que pasa la mayor parte de sus días al aire libre,esperando pacientemente a que deje de llover sentado bajo "pequeñas cuevas",o cornisas.Y,aunque no ha encontrado descanso después de dejar su patria,ella sigue siendo optimista y alegre.Ella encuentra la felicidad sintiéndose independiente y estando bajo el cielo desnudo,husmeando en los jardines de las damas,descubrir las formas más extrañas en las flores o imaginar los pensamientos de los insectos.Josefina se desenvuelve como nadie en medio de uno de los universos más hostiles de Bogotá.Carente como parece,atesora lo más preciado de Bogotá.Carente como parece,atesora la más preciosa de todas las gemas: es libre,aunque deba pagar un alto precio por ello.Sin embargo,Las esmeraldas son cada vez más raras en estos días.O tal vez,compañeros más jóvenes y más fuertes están tomando la iniciativa,llevando carros enormes por toda la ciudad durante el día y la noche.Días dorados,cuando Josefina paseaba vivaz con su carro y su perro,se fueron.Los años se le hacen pesados y su cuerpo también: cataratas,una alergia al sol,un brazo perezoso después de un accidente automovilístico,y ese dolor constante debajo de las "almohadillas de los dedos de los pies" que ningún médico ha podido diagnosticar.Tal vez ha llegado el momento de retirarse y asomarse al pasado.Parece que esta vez Josefina encontró una Esmeralda genuina,una oportunidad real de finalmente cumplir su sueño y regresar a su tierra natal en las montañas,A 400 kilómetros de Bogotá.De todos modos,dejar todo atrás se siente como el mayor abismo: mirar hacia atrás,para dar explicaciones,y someterse a las opiniones de su familia.¿Será Josefina querida enfrentar sus miedos y dejar atrás su día a día?A veces el destino nos llama para cosas que parecen imposibles.