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Francisco,un fabricante de tambores artesanal siciliano,está siguiendo sus sueños haciendo panderetas de piel de cabra.La cabra se alimenta de la tierra,Francesco dice,y vuelve a la tierra en una nueva forma;el tamborCuando Francesco crea un instrumento,se está produciendo un verdadero ritual,porque está devolviendo la voz a algo que vivió,muere y luego vuelve a la vida.Mira los tambores como niños,todos con personalidades diferentes.Deben dispersarse.Necesitan irse lejos porque deben aprender a estar solos.Nuestras vidas vibran a un ritmo primordial incluso antes de que tengamos oídos en el vientre materno,así es como todos estamos conectados con el tambor.Pepe,percusionista e investigador de música tradicional,se introdujo por primera vez a la batería a los 10 años.Su abuela tenía tambores colgados en las paredes de su casa.Ella regularmente los bajaba y comenzaba a golpearlos con una técnica propia.Hoy,enseña el pandero siciliano porque cree que es verdaderamente un factor de identidad de Sicilia,particularmente el sur de Italia.Según los métodos del filósofo griego siciliano Empédocles,Peppe continúa con ese método tocando sonidos onomatopéyicos siguiendo el ejemplo del antiguo dialecto siciliano.Su misión es mantener vivo el vínculo entre estos mundos casi perdidos.