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Andreea Raducan, una exitosa mujer de 32 años y una de las mejores gimnastas de Rumania, sacrificó su infancia para convertirse en campeona olímpica. Finalmente ganó la medalla de oro olímpica en Sydney 2000, pero fue despojada de ella tres días después después de dar positivo por una sustancia dopante contenida en una pastilla contra la gripe que su médico le había administrado minutos antes de entrar en la competición. Quince años después, Andreea libra la lucha más dura contra quienes la engañaron, mientras intenta recuperar su medalla y, con ella, su dignidad.