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Una mañana, Clarisse decide dejar a su familia. Mientras todos todavía duermen, ella se escabulle, dejando atrás a su marido Marc y a sus dos hijos Lucie (11) y Paul (8). Mientras Clarisse canta en su coche y se aleja cada vez más de la casa que comparten, Marc y los niños se preguntan dónde está y cuándo volverá. Lucie y Paul le dejan la puerta de la cocina abierta por la noche en caso de que regrese. Clarisse, en cambio, se muda a otra ciudad, empieza un nuevo trabajo y se pregunta cómo será la vida para los tres. El pequeño Paul todavía espera que regrese su madre. El tiempo pasa y las fotos familiares en la nevera pasan de cuatro a solo tres personas. Marc dispone de los perfumes y champús de Clarisse. Los niños maduran; se dan cuenta de que Clarisse no volverá. No esperan más. Pero un día Clarisse regresa. Los frascos de perfume están en el lugar correcto, las fotos antiguas aún están colgadas. La fantasía y los recuerdos se confunden con la realidad.