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Las duras condiciones de vida en el cañón del río Kupa, en la frontera croata-eslovena, siempre han unido a los dos pueblos de las naciones vecinas. En el pasado, la gente de dos naciones construyó puentes colgantes sobre Kupa, debajo de ellos se hizo el amor y así se formaron familias mixtas en ambos lados del río. Hoy nadie puede cruzar estos puentes, ya que están cortados por un alambre de púas, y una realidad diferente e inesperada está evolucionando alrededor del agua. Recientemente, algunos burócratas lejanos decidieron comenzar la construcción de una cerca de alambre de púas a lo largo del lado esloveno del río, como medida de protección contra la llegada de inmigrantes ilegales que intentan ingresar a la Unión Europea. El nuevo "muro que protege a Europa" puede parecer una buena solución en papel para algunos tomadores de decisiones lejanos, pero quienes viven alrededor de la frontera están sintiendo la verdadera naturaleza de las líneas de separación dibujadas en papel burocrático.