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A Leah, de cuatro años, le encantaba ser pirata en Halloween. Nunca consideró ser una princesa o un hada, sin importar lo que dijeran sus amigos. Pero una vez que Halloween llega y se va, Leah extraña muchas cosas de su disfraz. Ella extraña su espada. Extraña decir "¡Arrrr!" Sobre todo, echa de menos su tonto bigote. Pero Leah sabe que no tiene que ser Halloween para jugar a disfrazarse. Puede llevar bigote cuando quiera. Puede usar uno mientras ve una película, anda en bicicleta o juega su juego favorito. Entonces, cuando finalmente llega el cumpleaños de Leah, ella sabe exactamente lo que quiere hacer: tener una fiesta en la que todos deben usar bigote. En la fiesta del bigote de Leah, todos se divierten disfrazándose, incluso la abuela.
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