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Como el último sobreviviente de su especie, Lonesome George se convirtió en un ícono mundial de la conservación décadas antes de morir por causas naturales en Galápagos en 2012. Cuando la tortuga de la Isla Pinta llegó al Museo Americano de Historia Natural a principios de 2013 para ser preservada, el Museo Los científicos y un maestro taxidermista se enfrentaron a una serie de decisiones críticas. El espécimen tenía que ser tanto científicamente preciso como hermoso, fiel no solo a la especie de Isla Pinta sino también al amado individuo, Lonesome George. Sin una taxidermia de tortuga gigante contemporánea a la que hacer referencia y sin margen de error, este fue un desafío único en la vida. A medida que se desarrollaba el proceso, los preparadores de Lonesome George desarrollaron una conexión emocional con el animal. También sintieron una profunda responsabilidad con los antiguos cuidadores de Lonesome George, con la gente de Ecuador y con las generaciones futuras que podrían inspirarse en la historia y el mensaje de Lonesome George sobre la biodiversidad amenazada.