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Mirando esa calle solitaria en ese pueblo olvidado de Dios perdido en medio de la nada, no dirías que es Navidad.Por supuesto que está nevando y el frío pica, pero ¿dónde está la alegría de Yule?No en el restaurante chino donde el dueño (no asiático) sigue sirviendo sake al barfly local y a otros dos o tres solitarios que fingen sentirse bien.Menos aún en la funeraria al otro lado de la calle, donde los negocios son más que tranquilos: por el amor de Dios, ¿por qué nadie quiere morir?Edmond Zweck, el empresario de pompas fúnebres, es como un oso con dolor de cabeza y Georges, su brazo derecho, y Eddy, el empleado menor, están ocupados matando tiempo.Pero los milagros ocurren en Navidad, ¿no es así?Por ejemplo, en esa calle solitaria de ese pueblo olvidado de Dios.Edmond, Georges y Eddy están al borde de la desesperación cuando dos personas entran al salón.Un hombre acaba de morir y su viuda y su hermano quieren que Zweck and Company organice el funeral.Sin tratar de ocultar su alegría, se dirigieron al cementerio.Pero desde el principio, las cosas van mal antes, pasando de Caribdis a Escila.