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En 1999, dos bandas de rock cristiano de Seattle se separaron. Sus miembros estaban frustrados y desilusionados con las limitaciones creativas y las complicaciones éticas que surgían de mezclar arte, comercio y sincera devoción religiosa. Los integrantes de estas dos bandas decidieron emprender un experimento juntos. Comenzarían una nueva banda, una que fuera enojada, sarcástica, vulgar y agresivamente antisocial. Actuarían con uniformes neofascistas. Sus esposas y novias se disfrazaban de víctimas de abuso doméstico maltratadas mientras cargaban fotos gigantes de AK-47. Contarían con bailarines gogó y strippers masculinos en el escenario y un artista de performance que se atiborra de plátanos hasta vomitarlos en una pecera. Y su manifiesto publicado declararía que esta era la música que marcaría el comienzo del apocalipsis: ¡RECONSTRUCCIÓN! ¡AMÉN! Se llamaban Balsa de monos muertos. Esta película cuenta su historia.