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La pequeña luciérnaga tiene un trabajo muy importante y de gran responsabilidad. Todas las noches se despierta para encender alegres luces en el bosque. A la luciérnaga le gusta mucho su trabajo y lo cumple con mucho gusto. Esa noche fue al bosque para regalar a sus habitantes sus hermosas luces. Las admiró toda la noche y por la mañana, después de apagarlo todo, se fue a casa. La luciérnaga cansada hace sonar el despertador para no quedarse dormida la noche siguiente y de repente ve en la ventana que una luz no quiere apagarse. Resultó ser una gota de rocío que brillaba bajo los rayos del sol naciente, que luego se convirtió en su nueva amiga.