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Daniel McKovsky era un alma perdida que se desplazaba por el universo. Solo durante 30 años, pasa las noches mirando al cielo, un telescopio de bronce es su único compañero. Mientras mira hacia arriba, su mente se remonta a ese día en que, cuando era niño, su padre no regresó de la Segunda Guerra Mundial. Después de haber perdido a su madre en el momento del parto, este segundo golpe envía a Daniel por un oscuro sendero de aislamiento en las profundidades del centro de Oregón. Mientras mira a la luna en los años 50 y 60, Daniel sueña con convertirse en astronauta. La ironía es que rara vez se aventura lejos de su propio entorno. La única chispa en su vida en este momento fue seguir la carrera espacial entre los Estados Unidos y la Unión Soviética para convertirse en la primera nación en alcanzar la luna. En 1969, la vida de Daniel salió de la órbita. Un joven trabajador postal llamado Sandy caminó por su entrada con un paquete para él. Ella era la antítesis de Daniel; extrovertido y vivaz frente a su naturaleza tranquila y retraída. Sus estilos se entrelazaron en algo hermoso que ayudaron a Daniel a salir de su recluso. Compartió su pasión por la astronomía con Sandy, quien se infectó con su entusiasmo y la grandeza general de un posible alunizaje. A pesar de este cambio notable en la vida de Daniel, todavía albergaba miedos no resueltos con respecto a la pérdida de aquellos cercanos a él. Este obstáculo continuó acosándolo mientras se esforzaba por acercarse a Sandy. La pregunta era si podría evitar esos demonios o si les permitiría envolverlo. Este fue el desafío para 'The Astronot'.