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Habiéndose quedado en casa para atender la granja familiar mientras sus amigos emigraban a ciudades extranjeras, el joven granjero Cunningham se encuentra aislado y solo cuando su padre muere repentinamente. No tiene a nadie con quien compartir sus sentimientos de pérdida, por lo que se sorprende gratamente al encontrar un globo con una carita sonriente flotando en su tierra y queda atrapado en los arbustos. Libera el globo y comienza a hablarle, compartiendo sus pensamientos con él como si fuera un amigo o un compañero. Pensando en el globo como un amigo, compañero o incluso como si fuera su propio padre, es capaz de aceptar su dolor repentino. Después de aceptar la muerte de su padre, se da cuenta de que aferrarse al globo por más tiempo sería egoísta y podría llevarlo a la locura, por lo que vuelve a poner el globo en marcha, para que vuele contra el viento y tal vez ayude a consolar a otra alma solitaria. .