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No se ven estrellas en el cielo nocturno de la ciudad de Dhaka. La contaminación bloquea nuestras conversaciones con las estrellas. El poeta Abid Haider es un amante de la naturaleza y está profundamente herido por esta catástrofe. Su ideal es una atmósfera impoluta. Anhela deleitarse con la vista de los cielos nocturnos brillando con estrellas. Es su derecho de nacimiento, también el derecho de nacimiento de las generaciones venideras. Esto es lo que él cree. Firme en esta creencia, se niega a renunciar a su derecho a la Tierra incluso después de la muerte. Porque el poeta piensa que la huella humana sobre la Tierra, el fruto de todo nuestro esfuerzo, es inmortal, fluyendo perennemente. La muerte puede acabar con una rama del pensamiento, pero no puede destruir el esfuerzo humano. La empresa que es la vida continúa.
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