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Una hermosa noche. Silencio. El cielo está lleno de estrellas. Afuera el clima es cálido, agradable y relajante. Después de un día de trabajo, dos amigos se sientan en el balcón y se fuman un porro. Se están divirtiendo. Se reparten el cigarrillo, se dan quemaduras amistosas y, a veces, adulan al otro con nombres como "idiota", pero entre ellos hay paz y confianza, como debe ser después de veinticinco años convividos uno al lado del otro. Se quieren el uno al otro. Tienen una historia juntos. Ninguno de los dos teme las sorpresas decepcionantes del otro. Y, sin embargo, Tom (el anfitrión) es experto en verter, gota a gota, subtexto tras subtexto disfrazado. De una manera maquiavélica, Tom ha preparado para esa noche una especie de engaño de la verdad.