Tiempo después (2018)

Futuro lejano.Es el año 9177, siglo arriba, siglo abajo, y el mundo entero se ha reducido a un solo rascacielos en medio de un desierto en medio de la nada.En este Edificio Representativo vive la élite de la sociedad y las fuerzas vivas de la misma, compuesta por el rey despistado, el alcalde, su jefe de gabinete, y la bella Méndez, los dos guardias civiles restantes Don Antonio y Morris, los dos restan policías, Arriondas y Pozueco, el único almirante Pacheco que queda, los peluqueros Justo y Agustín, el cantinero Pastrana, un viejo pastor, el sacerdote Padre Mirraño, fray Fray Vicente, la monja Sor Sacramento y el conserje Eufemiano.En un denso bosque fuera del Edificio vive el resto del mundo en un campamento lleno de pobreza y vacío de recursos.En este deprimente lugar vive José María, un hombre rudo que sueña con vender la rica limonada que hace.Pero cuando se traslada al Edificio, es detenido por Eufemiano, quien se encuentra con el alcalde buscando advertirle sobre lo antinatural de que un desempleado tiene un trabajo.En el Edificio las cosas se complican: Justo, cansado de no tener clientes en su barbería por la fama de Agustín y sus poemas, mata a Agustín dominado por los celos, pero el rey absuelve a Justo del crimen y culpa a José María por simple Capricho.Negando la culpa, José María se resiste al arresto y regresa al Edificio a vender limonada, donde se encuentra con Méndez, quien examina los limones para probar la calidad.Cuando el rey decreta que Méndez ha sido elegida para ser madre de un futuro príncipe para continuar la dinastía, Méndez se une a José María y su mejor amigo Galbarriato, quien se enamora de ella, en un motín por los derechos de los desempleados en el acampar.Mientras Justo es visitado por el fantasma de Agustín, Fray Vicente y Sor Sacramento se suman a la revolución y Don Antonio y Morris intentan equilibrar la situación en un intento de paz, José María, Galbarriato y Méndez inician la revolución del campamento contra el Edificio, pero el rey tiene la idea de sofocar el motín de la forma más inesperada.