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De la raíz de la tierra nace un sonido, ligado al hombre. Esas son las voces que cantan para las almas del purgatorio. Cada año los cantores de Arbejales, en las brumosas colinas de Gran Canaria, cumplen un ciclo ritual, y para ellos cantar es un deber sagrado. Antes de realizar estos peculiares cantos de oración (en desechas y coplas), parten a pie por calles, caminos, aceras y cuestas para "pedir la limosna" que anima esos cantos y las posteriores misas ordenadas a las diferentes parroquias. Se invoca a San Isidoro Obrero para revelar el propósito de esta tradición centenaria. Tradición, misterio y fábula se entrecruzan en sus caminos rodeados de una naturaleza exuberante.