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Nami Matsushima es utilizada como espía por su primer novio real, un detective de la policía llamado Sugimi, para investigar una red de contrabando de drogas. Sin embargo, se descubre su papel y varios narcotraficantes la violan. Resulta que Sugimi simplemente estaba usando a Matsushima como pretexto para obtener un soborno de la Yakuza. En busca de venganza, Matsushima hace un intento fallido de apuñalar a Sugimi en los escalones de la sede de la Policía Metropolitana de Tokio. Es condenada a pasar un mal rato en una prisión de mujeres, donde le asignan el número 701.