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La glamorosa ama de casa Karen organiza una cena para los amigos de su esposo y sus esposas, Willow y Laura, en su hermosa casa. Después de la cena, los hombres salen a fumar un cigarrillo, dejando a las tres mujeres a regañadientes soportando una pequeña charla entre ellas. La conversación es civilizada. La conversación es educada. Es decir, hasta que Willow y Laura comienzan a hablar sobre la pintura inusual que ocupa un lugar privilegiado en la pared de la sala de estar, y el frágil barniz de Karen comienza a resquebrajarse. ¿Por qué Karen está tan desquiciada? ¿Qué pasa con esa pintura? ¿Y CUÁNDO, Dios mío, volverán los chicos? Antes de que termine la velada, se derramarán lágrimas, se pondrán a prueba las lealtades y se necesitarán muchos, muchos tragos. Saca la porcelana fina.