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Ferdinand Rybka trabaja en la oficina de correos, donde él y sus colegas buscan las direcciones correctas del correo que no se puede entregar. Su profesión también es un pasatiempo para él, porque como presidente del club de acertijos tiene todos los requisitos previos en esta dirección. Al mismo tiempo, está convencido de que su vida privada va por buen camino. Su esposa cocina todos los días, su hija Hanka es obediente y las cuentas del hogar siempre se pagan a tiempo. En definitiva, una familia modelo. Solo una lesión repentina en el tobillo, que lo obliga a quedarse en casa durante algún tiempo, lo saca de este delirio. Además de eso, recibe una carta con una dirección que no se puede entregar.