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Los cazadores de libros son los héroes secretos de la historia. En los momentos de mayor barbarie intentaron salvar lo que se podía salvar. Sin los cazadores de libros sabríamos mucho menos sobre nuestra propia historia. Mientras quemaban las bibliotecas, los gobernantes eclesiásticos o seculares destruían sistemáticamente la literatura impopular, recopilaban y copiaban manuscritos. Solo lo que los buscadores de libros dedicados, en su mayoría maestros eruditos o monjes cultos, tenían en sus manos, lo que rastreaban o consideraban digno, tenía la posibilidad de ser transmitido. Así, la Germania de Tácito llegó a la Edad Media en un solo ejemplar. Sin Tácito, no sabríamos nada de la Germania no escrita, no tendríamos idea de la exitosa Batalla del Bosque de Teutoburgo. Y, sin embargo, incluso los cazadores de libros no pudieron evitar que se perdiera una cantidad infinita de conocimiento antiguo. Suelos radiantes, cristales de ventanas, acuicultura, acueductos, arquitectura, medicina, matemáticas.