Megavixens (1976)

Esto comienza con el asesinato de un tal Adolf Schwartz (que tiene un parecido sorprendente con otro Adolf famoso) mediante la colocación de una piraña voraz en su bañera. ¿Quién lo hizo? Nadie lo sabe ni le importa, ya que están demasiado ocupados distrayéndose con la tetona Margo Winchester, quien hace autostop hasta la ciudad y se involucra con todos los hombres locales. Termina con una serie de complicados giros argumentales que revelan que casi todo el mundo es en realidad otra persona. Y si se vuelve demasiado confuso, Russ Meyer amablemente organiza que un coro griego de una sola mujer desnuda aparezca a intervalos para explicar lo que está pasando.