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En una capilla adornada con flores, una multitud de dolientes se ha reunido para el funeral. Kai Skag, el exitoso hombre de negocios, fue arrebatado en su mejor momento, con solo 54 años. Era viudo y sin hijos. La herencia debe ser distribuida. Se rumorea que todo se ha dejado en manos de la asociación nacional contra el cáncer, pero el alivio se extiende por la familia cuando se lee el testamento. Todavía heredarán, pero con una condición: el negocio, una pequeña empresa naviera, estará a cargo de una familia unida. Si no, se pierde la herencia. Pero las cosas no salen como ellos piensan.
Palma de Oro