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El inspector Staniland como siempre intenta ponerse en el lugar de la víctima, esta vez un pianista fracasado. Fue entonces cuando la amante de la víctima, Bárbara, entró en el apartamento, parece una verdadera perra, eso piensa el inspector. Sorprendida por su presencia, se acusa a sí misma del crimen. Pero la inspectora no está convencida porque no todo encaja del todo bien en su confesión y especialmente el tono que utiliza para hacerlo. En su investigación, Staniland tiene problemas con un hombre que protege a Barbara. Se supone que es su hermano, ¿no? ¿Y puedes rechazar a una chica como ella aunque seas policía?