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Toussaint y Madeleine siempre se han querido. Nacieron en el pueblo de Balba, en Córcega. Hay una foto de ellos cuando tenían dos años tomados de la mano. Ahora tienen sesenta. Llegó el momento de la jubilación y vuelven a Córcega. Toussaint pasó treinta años bajo tierra, en los talleres de mantenimiento de la RATP. Él está feliz pero Madeleine extraña París, sus ventanas y a su hijo Martin, que es médico en el hospital de Pitié. El amor que Madeleine siente por su hijo es tan grande que Toussaint se divierte diciéndole que debería pedirle al Papa una derogación para casarse con él. Toussaint y Madeleine llegan a Balba a principios de invierno, los días son cortos, el bar está cerrado y no hay suficientes hombres para jugar belotte. A veces el silencio lo rompe Napoleón, el loco del pueblo, encargado de velar por las casas cerradas, que grita que Córcega se va a morir.