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Un puerto en el norte de Europa. Sandu, una gitana de 13 años, quiere llegar a Canadá. Él no es el único. Otros cinco hombres y una mujer también son polizones. Seis personas, seis vidas, seis destinos y un solo deseo: llegar al otro lado, donde la vida es mejor. El viaje normalmente dura una semana, una semana para esconderse en un contenedor, sedientos, hambrientos y sobre todo asustados. Miedo a desmoronarse, a enloquecer y, peor aún, a no llegar. Alguna vez. Una especie de infierno. El motor del barco se descompone. Sin nada que comer, los polizones se ven tentados a abandonar su escondite. Pero la tripulación está en guardia. Sus órdenes son claras: ningún polizón debe llegar nunca a Canadá.