Una mujer de mundo (1925)

Una sensual condesa europea llega a un pequeño pueblo americano donde rápidamente provoca la indignación moral de la comunidad. Al llegar, incluso antes de bajarse del taxi, un fiscal del distrito le informa que las mujeres sueltas no son bienvenidas aquí. Con una boquilla, explica con una sonrisa seductora que viene de Italia y pregunta cómo llegar al castillo de su prima. Las hazañas de las mujeres fatales incluyen beber, fumar en público, seducir a los hombres, usar prendas extravagantes y lucir un tatuaje de una calavera en el antebrazo.