Si todos fuésemos ángeles (1936)

Christian Kempenich es el Secretario Principal del Ayuntamiento en un pequeño pueblo en el río Mosel en Alemania. Va a Colonia para asistir a un bautizo familiar y luego se siente tentado a probar las delicias perversas de la gran ciudad. Se despierta a la mañana siguiente en una habitación de hotel barato sin recordar lo que pasó, pero hay una extraña mujer durmiendo en la cama con él. Horrorizado, se dirige a casa con su secreto culpable. Mientras tanto, su esposa se fue en el vapor del río a la próxima ciudad; un tenor italiano le ha estado dando lecciones de canto y tiene intenciones amorosas con ella, y toma el mismo vapor. Se quedan en él a Koblenz y tienen que pasar la noche. El resto de la película gira en torno a Kempenich y su esposa, ya que alternativamente muestran culpa por su propio comportamiento e indignación al enterarse de lo que podría haber hecho su cónyuge.