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En el siglo XV, Richard Duke de Gloucester, ayudado por su verdugo con patas de clubes, elimina a los delanteros por delante de él en sucesión al trono, luego ocupado por su hermano Rey Eduardo IV de Inglaterra. A medida que se realiza cada asesinato, se deleita particular en eliminar pequeñas figuras, cada una que se asemeja a uno de los sucesores, desde una casa de muñecas del trono, hasta que solo permanece. Después de la muerte de Edward, se convierte en Ricardo III, Rey de Inglaterra, y solo necesita derrotar al exiliado Henry Tudor para retener el poder.