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Los Doakes están subarrendando su apartamento amueblado. Es domingo por la mañana y, mientras la señora Doakes se dirige a la iglesia, su marido, Joseph Doakes, es el responsable de mostrar el apartamento a los posibles inquilinos, una tarea que no le entusiasma demasiado, ya que prefiere holgazanear durante el día. Todavía está en bata de dormir cuando los primeros posibles inquilinos, el señor y la señora Mustavas, pasan por allí con el agente inmobiliario. Mientras los Mustavas deambulan por el apartamento, Doakes hace todo lo posible por ocultar las muchas imperfecciones del apartamento con distintos grados de éxito. También está lamentablemente desinformado sobre muchos de los aspectos del apartamento a pesar de haber vivido allí durante bastante tiempo. Al final de la visita de los Mustavas, es posible que nada de eso importe.
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