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Celia Adler, decana del escenario yiddish, ofrece una actuación inquietante como la heroína de la película que llega a Nueva York en 1911 en el apogeo de la inmigración judía masiva, recién enviudada, sin amigos, empobrecida y madre de un bebé recién nacido.Temiendo no poder cuidar al niño, lo coloca en un orfanato.Rápidamente se arrepiente de su decisión, pero es demasiado tarde ya que se ve engañada para tomar la decisión.Obsesionada con la idea de reunirse con él, pasa los siguientes veinticinco años buscando, suspirando y lamentando su pérdida.La película está llena de las convenciones de la etapa popular yiddish: la trama melodramática centrada en la ruptura y restauración de los lazos familiares;la subtrama cómica;las canciones;los personajes estereotipados;las felices coincidencias y los finales más felices.Sobre todo, era el tema de los dolores y alegrías de la relación madre-hijo, siempre idealizado en la mente popular judía, con el que se podía contar para tocar una fibra sensible.Todo esto estaba destinado a ser familiar para las primeras audiencias de la película.