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Mientras pescaban en el Mar del Norte, once de los doce tripulantes del Lutèce, un barco pesquero de Concarneau, se envenenan tras haber comido jamón podrido. El único que salió ileso es Mahoma que, como musulmán, no come carne de cerdo. La situación es grave para las once víctimas: si no reciben rápidamente un suero, todas morirán. Por suerte, el capitán Le Guellec envía un S.O.S. que es recogido lejos en Togo y luego en París por Jean-Louis, un joven radioaficionado. Una cadena de solidaridad se crea en las horas siguientes.