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Claudio, tan buen hombre como leal empleado, llega tarde al banco para ingresar un millón de pesetas fuera y con su buena fe, se lo lleva a su casa a la espera de entregarlo por la tarde. Entre esperas, se anima a acercarse a la fiesta de cumpleaños de su amigo el farmacéutico. Entre copa y copa, con falta de costumbre, acaba extremadamente borracho y empieza a "repartir alegría". Tan bondadoso como es y animado por el alcohol, dice que es un ángel que se dedica a dar dinero a los necesitados que se encuentran por la calle. hasta que se acabe el millón que debe ingresar en el banco.