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1918, en las Landas: Anne De La Ferté, una anciana solitaria, en la gran tradición de su pueblo, proporciona una dote a los pobres recién casados. Aclamada como una santa, recuerda su pasado: después de la muerte de su padre que despilfarró su fortuna, su primo Jacques quería casarse con ella, pero chocó con la hostilidad de su familia. Uno de ellos puso una condición a su matrimonio: debía pasar un año en Haití, trabajando en su sociedad de importación y exportación, antes de su boda. Jacques y Anne se juró amor eterno. Pero un año después, el chico se casó con la hija del cónsul inglés, Galswinthe. Anne estaba desesperada, pero cuatro años después, su antiguo prometido se ahogó. Más tarde, su viuda, Galswinthe, se instaló con su amante junto a la casa de Anne. Sufría de tuberculosis y quería hacerse amiga del primer amor de su difunto esposo. Pero la sed de venganza de Anne sobre Galswinthe era eterna.