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Mientras nos preguntamos sobre las principales causas del descenso de la natalidad, hombres y mujeres intentan a diario conciliar trabajo y familia. No, el deseo de tener un hijo no ha desaparecido. Son las condiciones de vida las que se han vuelto absurdas. Y los conflictos de programación son tan difíciles de resolver como un problema de álgebra. “Yves tiene la custodia de los niños. Esta noche termina de trabajar a las seis. Sarah está en la guardería. Giselle en la escuela. No hay autobús escolar. Entonces, ¿quién recoge a Giselle a las 3:45? Misterio.
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