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Roman acaba de robar un banco. La maleta llena de billetes, la esconde en un pequeño pueblo remoto en la campiña helvética. Pero, apenas llegado al único hotel del pueblo, descubre, desplomado sin fuerzas en la bañera de su habitación, el cuerpo de una joven. Como prefiere no tener contacto con la policía, Román decide deshacerse del cadáver lo más discretamente posible. Al día siguiente, compra un baúl y lleva el cuerpo al sótano de una gasolinera ubicada un poco fuera del pueblo. En su camino de regreso, se encuentra con la niña cuyo cuerpo acaba de tirar. Poco a poco, los recuerdos comienzan a volver a él. Recuerdos de una vida que no vivió. Por lo menos, no por unos pocos siglos.