Un mari, c'est un mari (1976)

Entre Nîmes y Montpellier, una gran casa familiar antigua, encantadora y ruinosa en medio de los viñedos. Aquí es donde Ludovique (Frédérique Hébrard) pasa el verano con Jean (Louis Velle), su marido y sus hijos. Son unas verdaderas vacaciones, unas vacaciones de enamorados. Dan la bienvenida a amigos, primos, parientes. Los extraños también se estrellan aquí. Ludovique sonríe y alimenta a todos. Por eso nunca deja de comprar y cocinar, ordenar, lavar, limpiar, cuidar niños. Un día, el cansancio y el encuentro con un autoestopista la hacen dejarlo todo. Se instala por unos días, sola, en una pensión de Grau-du-Roi, cerca de una playa de su infancia. Quiere estar segura de que existe, de que es algo más que una tostadora o una lavadora. Pero, tras esta fuga, Frédérique optará por volver a la vida familiar.