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Sábado 15 de noviembre de 2002, tres días después de la varada del petrolero Prestige, llegan las primeras mareas negras a las costas gallegas. Durante un fin de semana de vientos huracanados los pescadores locales, junto a turistas y curiosos, contemplan el comienzo del que sería el peor vertido de petróleo de Europa. Unos días más tarde tendrían que hacerse a la mar para tratar de evitar que el petróleo destruyera su sustento. Un equipo de la televisión gallega fue testigo, durante tres meses, del infatigable esfuerzo de los habitantes de esta costa por bloquear y retirar la marea negra. Dos años más tarde, llevándose sus grabaciones originales, regresaron a la costa para encontrar las que habían aparecido brevemente, durante unos veinte segundos, en los noticieros de televisión mientras intentaban evitar un desastre ecológico con sus propias manos.
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