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A fines de la década de 1980 y principios de la de 1990, la minoría armenia en Nagorono-Karabaj intentó separarse de Azerbaiyán, una de las ex repúblicas soviéticas. De la noche a la mañana, estos antiguos vecinos se convirtieron en enemigos, y la gente sencilla del pueblo se convirtió repentinamente en rehén en un complejo juego de poder. Uno de los pueblos azerbaiyanos justo en la frontera es el hogar de la familia del campesino Kerim, que acaba de ser capturado por los armenios. El consejo del pueblo decide llevarse a un armenio para organizar un intercambio de rehenes. Encarcelan al hombre herido en el granero al lado de la casa de Kerim, donde su esposa y sus tres hijos esperan desesperadamente el regreso del esposo. El cautivo del otro lado de la frontera se encuentra exactamente en la misma situación: él también tiene tres hijos, le resulta difícil sobrevivir, nunca ha hecho nada para dañar a nadie y, como Kerim, simplemente quiere volver a casa. Pero la vida en Karabaj es mucho más compleja ahora. La sangre pide sangre.