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La pesca comercial: una de las formas más peligrosas del mundo para ganarse la vida. Durante siglos, los pescadores han desafiado las aguas del Atlántico nororiental para capturar, y algunos nunca regresan a sus hogares. Pero en 2004, el barco de vieira Northern Edge se hundió, llevándose consigo a cinco de los seis hombres a bordo. El lucrativo puerto pesquero de New Bedford, Massachusetts, cambió para siempre. La pérdida del Northern Edge provocó una respuesta en todos los frentes. Pescadores, políticos y legisladores por igual echaron un nuevo vistazo a la seguridad de quienes pescan en las aguas del Atlántico para ganarse la vida. En una de las industrias más reguladas del país, sin embargo, surgió un desequilibrio entre la ley de conservación y la práctica segura. Pero a medida que la pérdida de vidas continúa en años desde 2004, la industria se pregunta: ¿Pueden coexistir los esfuerzos de conservación y la seguridad de los pescadores?