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En 1883, en Italia, el Padre Dom Bosco tuvo un sueño visionario sobre la edificación de la ciudad de Brasilia, capital de Brasil desde 1960. Le fue revelado que, en el día de su muerte, un proceso de tres generaciones de sesenta años cada uno comenzaría. En las dos primeras generaciones se evaluarían las actitudes de la humanidad, y sus consecuencias comenzarían sobre la ciudad prometida después de 120 años. Estamos al comienzo de la tercera generación, cuando un grupo de amigos se da cuenta de que la ciudad capital está siendo deambulada por muertos vivientes, e intentan sobrevivir a toda costa.