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Para Shawn Drumgold, 1989 fue un año de montaña rusa. Le propuso matrimonio a su novia de la escuela secundaria, tuvo una niña y fue sentenciado a cadena perpetua sin posibilidad de libertad condicional. En la sala de visitas de una prisión, con guardias actuando como testigos, intercambió votos con su esposa y le hizo una promesa: encontraría a quién lo había metido en la cárcel y regresaría a casa. Quince años después, Shawn Drumgold cumplió su palabra.