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frente ruso,Enero,1943.Es un infierno: las ráfagas de aguanieve quitan el aliento y el sargento Bisi no puede distinguir nada en el paisaje frente a él.Preocupado,gira el cuello para comprobar si sus hombres lo siguen.A unos metros de allí ve a Zaina,seguido de Prati que se hunde en el manto blanco de nieve hasta las rodillas.Sus movimientos relajados recuerdan a los de los escaladores alpinos cerca de la cima de un ochomil.Ambos tienen la piel congelada y sus abrigos se han convertido en trajes rígidos opresivos debido a la temperatura prohibitiva.Detrás de ellos,después de unos segundos,La figura oscura de Artico aparece en medio de ese polvo asfixiante.Ya no carga con la mochila y es conducido de la mano de Ferri mientras,siguiéndolos,pobre remaggio,una mula canosa de pelo oscuro,bocanadas de sus fosas nasales y,con las orejas hacia abajo,avanza arrastrando el trineo que lleva al teniente Sala.Esta es la Compañía 604,o mejor,lo que queda de él: un puñado de siluetas negras que se vuelven pequeñas y borrosas,al punto que desaparecen en medio de los remolinos blancos.Los seis Alpini,que parecen más náufragos que soldados,están cruzando la estepa en un intento de llegar a un pueblo llamado Popowka para escapar del inminente cerco del enemigo.Pero ya ha caído la noche y no hay nada delante de ellos.Sin casas ni árboles,sólo la nieve que sigue cayendo y que es impulsada por un fuerte viento que la azota.Una larga noche de guerra y un viaje a través de la humanidad,entre valles,bosques de abedules,lagos de montaña,pueblos en llamas,playas cubiertas de nieve y campos de trigo.