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Meredith tiene elefantiasis. Es decir, una carga de elefantes. Durante años, sus vecinos, amigos, familiares y estudiantes han estado ofreciendo elefantes de peluche, mármol, magnetizados e incluso máquinas para hacer gofres con forma de elefante, tazas de té y bolígrafos. Pero verás, a Meredith ni siquiera le gustan los elefantes. Podría haberlo mencionado, por supuesto, pero sabe que esa supuesta afición suya por los elefantes es una prueba de su alegría, una gran broma contra ella misma, y sabe que a una gorda alegre sin alegría sólo le queda un adjetivo. Cuando una propuesta de matrimonio de la única persona que esperaba que la comprendiera sale terriblemente mal, Meredith se ve obligada a afrontar su elefantiasis. ¿Podrá liberarse de la cortesía social y dejarles saber a sus amigos quién es ella realmente?