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Catalina de Alejandría, criada como nómada y viviendo en el desierto, tenía solo 11 años cuando el emperador Majencio la vio mientras patrullaba. Consumido por su belleza, descaro y asombroso talento para los idiomas, secuestró a la niña y mató a su familia. La matanza fue presenciada por su joven amigo, Constantino, quien más tarde se convertiría en Emperador del Imperio Romano Occidental. Nunca perdió la esperanza de encontrar a Katherine. Cuando era joven, Catalina se negó a someterse a las ofertas de matrimonio de Majencio y continuamente denunciaba su brutal imposición de la religión pagana a las masas. Todavía obsesionado con su belleza, Maxentius llevó a Catalina ante 50 de los mejores eruditos de Roma en una audiencia pública en Alejandría, donde demolió elocuentemente sus argumentos. Cuando Constantine se enteró del paradero y el encarcelamiento de Katherine a manos de Maxentius, condujo a su ejército desde York en un intento desesperado por salvarla.