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Hay tanto interés en la comida en estos días, pero casi no hay interés en las manos que recogen esa comida. En los EE. UU., el trabajo agrícola siempre ha sido uno de los trabajos más difíciles y mal pagados y ha dependido de algunas de las personas más vulnerables del país. Si bien se han abolido las restricciones legales que mantenían a las personas atadas a las granjas, como la esclavitud, la explotación aún existe, desde el robo de salarios hasta la esclavitud moderna. En estos días, esta explotación es perpetuada por las corporaciones en la parte superior de la cadena alimentaria: los supermercados. Su poder adquisitivo ha mantenido los salarios lamentablemente bajos y ha creado un escenario en el que las personas desesperadamente pobres están dispuestas a aguantar cualquier cosa para conservar sus puestos de trabajo.