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El tío Frederick no era un buen hombre. Pero no tenía por qué ser amable. Él tenía el control del patrimonio familiar después de la misteriosa muerte de su madre, su padre, su hermana y su hermano. Vivía solo en la casa familiar en Horgen, en el cantón de Zurich, Suiza. Cuando Frederick muere en un accidente de masturbación, la familia da un suspiro de alivio. Ya no tienen que complacer al profundamente desagradable Federico y por fin pueden disfrutar de su derecho de nacimiento: la finca que planean utilizar como casa de vacaciones para escapar de las presiones de la vida en la gran ciudad. Pero incluso después del funeral, el tío Frederick sigue siendo el cabeza de familia, ¿o no?
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