Hi-Ho Mistahey! (2013)

Similar a su documental de 2012,La gente del río Kattawapiskak,que detallaba la crisis de vivienda del pueblo de las Primeras Naciones Awattapiskak,Hi-Ho Mistahey de Alanis Obomsawin.examina esta comunidad con un ojo político astuto,con el objetivo de crear conciencia sobre la falta de recursos asignados por el gobierno para la educación.Su voz,uno de sensibilidad y necesidad política,es una parte vital de la narrativa canadiense,llamar la atención sobre las personas marginadas con un ojo para los detalles y la introspección comunitaria,humanizando un sujeto que,para aquellos en la cultura dominante,es más un agravio social periférico que algo para una consideración activa.En 2000,la escuela primaria en Awattapiskak se cerró después de que se determinó que la tierra era tóxica.Desde entonces,los estudiantes han sido educados en portátiles al aire libre con problemas de calefacción y alimañas,lo que dificulta mantener un personal dedicado y ofrecer a los niños las mismas comodidades y servicios que se les brinda a los niños en regiones más centralizadas.Inicialmente, el gobierno había asignado fondos para una nueva escuela pero,como se indica en Hi-Ho Mistahey!,el presupuesto para educación dentro del Departamento de Asuntos Indígenas no está específicamente protegido y puede utilizarse para otros asuntos si se consideran más críticos.Frustrado con interminables retrasos financieros,la comunidad,encabezado por la activista adolescente Shannen Koostachin,se acercó a los niños de todo Canadá,creando una campaña de concientización de base en todas las escuelas,obligando al parlamento a escuchar a todo volumen.Esta historia,en si mismo,es bastante inspirador y cautivador como una evaluación cultural del paisaje canadiense en constante cambio.Desafortunadamente,no es una historia particularmente compleja o envolvente,por eso Hi-Ho Mistahey.tiende a sentirse sin rumbo y desenfocado.En medio de la narrativa central sobre este movimiento,cual,trágicamente,fue iniciado por alguien que no pudo verlo después de perder la vida en un accidente automovilístico,Obomsawin inserta varias entrevistas con miembros de la comunidad sobre temas como el ahumado de carne y las estadísticas de suicidio sin relacionarlo específicamente con el tema central.Obviamente,el objetivo es pintar una imagen de la comunidad y determinar por qué es importante mantener a los niños allí en lugar de que se vayan a la ciudad a estudiar,pero juega más como una serie de historias sollozantes inconexas para hacer empalagoso lo que ya es un diálogo esencial con suficiente peso emocional para sostenerse.Y dado que hay poca estilización o sentido del ritmo,deja todo sintiéndose hinchado y amateur.Todavía,La determinación de Obomsawin de mantener al mundo al tanto de los problemas sociales y políticos que afectan a las comunidades más pequeñas de las zonas rurales es digna de elogio.Ella es lo suficientemente inteligente como para reconocer que estos problemas se derivan de una tendencia cultural canadiense de negar nuestro pase menos que halagador sin insistir en ello o lanzar comentarios simplistas o desdeñosos sobre el estilo de vida urbano.Es esta integridad y determinación lo que ayuda a marcar la diferencia.